A veces, cuando algo dentro de ti pide un cambio, no hay vuelta atrás. 

Ala Libre nació de ese grito interno, de un momento de ruptura, pero también de revelación. En un viaje a Costa Rica, descubrí el aviturismo y, sin esperarlo, también descubrí la forma en la que quería vivir: libre, conectado con la naturaleza, con propósito.

En medio de ese proceso, tuve un sueño: una garza azul se posaba sobre mi cabeza. Días después, al contarlo, entendí que no era un simple sueño. Era un mensaje. La garza representaba lo que tanto buscaba: ligereza, introspección y libertad.

Desde entonces, la Garza Azul se convirtió en nuestro símbolo. No es solo parte del logo: es el corazón de nuestra narrativa. Es quien guía nuestros pasos, quien nos recuerda que volar también puede ser una forma de regresar a lo esencial.

Este sueño tomó forma gracias a una sensibilidad creativa de mi pareja que le dio imagen y alma a cada detalle: desde la ilustración de la garza hasta la estética con la que comunicamos cada viaje. Esa visión artística permitió que Ala Libre no solo se viera diferente, sino que también se sintiera distinto.

Y con el tiempo, más personas se sumaron a este vuelo. Un equipo comprometido, profesional y profundamente humano. Cada integrante aporta algo esencial: pasión, experiencia, empatía. Juntos hemos construido una agencia boutique que diseña experiencias con propósito y acompaña a cada viajero con atención real y personalizada.

Ala Libre no es una agencia de viajes cualquiera. Es un espacio para quienes desean reconectar, soltar, explorar y habitar el mundo con intención. Cada itinerario que diseñamos está acompañado por el espíritu de la Garza Azul y el ave endémica del destino, como símbolo de bienvenida y conexión.

Porque volar no siempre significa huir.
A veces, volar es volver.
Y en Ala Libre, cada viaje es una forma de regresar a ti.